John superó todas las entrevistas y aceptó la oferta económica. "Fantástico", pensaron en el departamento de recursos humanos. "Hemos encontrado al candidato perfecto". Y entonces, algo raro pasó. Este John que empezó en la empresa no era el John que había hecho la entrevista. Tenía distinto pelo y ahora llevaba gafas.
Resulta que aquello era un fraude. Uno cada vez más extendido ahora que la contratación de empleados se lleva a cabo a través de entrevistas vía videoconferencia. El problema está además afectando a ambas partes: hay empresas con empleados que no son quienes dicen ser, pero también profesionales que acaban siendo estafados por falsas empresas que les roban sus datos personales.
La pandemia provocó un cambio de paradigma en el ámbito profesional. El teletrabajo y el trabajo híbrido se imponían en muchos sectores, pero ese cambio también provocaba otros en el ámbito profesional.
Por ejemplo, el que afectaba a las entrevistas de trabajo, que antes eran casi siempre presenciales y que ahora se gestionan mucho más con llamadas y videoconferencias.
Eso ha provocado situaciones preocupantes como la que narraba Alison Green, cuyo marido trabaja en una empresa tecnológica de Estados Unidos. Su empresa estaba buscando a candidatos para un puesto vacante, y tras varias entrevistas el elegido, llamado John, aceptó la oferta económica.
Cuando John llegó al trabajo "no era el John que mi marido recordaba". Tiene distinto pelo y ahora lleva gafas, decía su marido. "Habla mucho de cómo trabajaba en un garaje porque su mujer y sus tres hijos están en casa. En la entrevista hizo comentarios sobre que estaba soltero y trabajaba en un escritorio en interiores".
El entrevistado y John eran dos personas distintas. El John del trabajo era tímido, el de las entrevistas locuaz y confiado. Algo no encajaba. La empresa comenzó una investigación antes de hablar con él, y tras verificar varias incosistencias, acabaron hablando con él por teléfono desde el departamento de recursos humanos. Antes de que pudieran comentarle nada, John dijo "dimito", y desde entonces ha sido imposible localizarle.
Lo que le ocurrió a esta empresa no es un caso aislado. El fenómeno de las entrevistas falsas se ha convertido en algo sorprendentemente común sobre todo en el ámbito tecnológico, que tiene mucha demanda en mercados como el estadounidense.
Las técnicas para detectar un fraude de este tipo son variadas. Es posible comprobar si el candidato ha exagerado aptitudes en el curriculum vitae ?todo un clásico?, pero también es posible contrastar ese currículo con su actividad en redes sociales.
En caso de entrevistas por videoconferencia, hasta los responsables de LinkedIn publicaban una serie de consejos para detectar posibles fraudes. Observar los ojos del cancidato o su boca y su lenguaje corporal, pero también detectar si el candidato usa auriculares con auricular solo en uno de los lados: puede que un profesional les esté "soplando" las respuestas por el otro lado.
Ha surgido de hecho un singular mercado de "entrevistados profesionales", personas que tienen experiencia con procesos de selección en el área que estamos buscando, con confianza y seguridad, y que nos suplantan en esos procesos.
El problema se agrava cuando la tasa de desempleo es muy baja: la demanda de profesionales es muy alta, y eso hace que encontrar un candidato sea especialmente difícil. Daniel Zubairi, que trabaja en una empresa de ciberseguridad, explicaba cómo en su área esa es una realidad palpable: uno de los empleados de su firma llegó a ser contratado gracias a una entrevista falsa ?eso sí, por teléfono? y trabajó allí durante nueve meses antes de ser pillado y despedido.
Las cosas no se han puesto fáciles con la automatización de los procesos de selección. Ben Zhao, profesor de la Universidad de Chicago que estudia los mercados online de trabajo, destacaba cómo quienes se dedican a encontrar candidatos para las empresas se aprovechan de esas herramientas por una sencilla razón: ganan dinero cuando consiguen al candidato y la empresa lo contrata. Son, explicaba Zhao "intermediarios que pueden lograr beneficios significativos al representar a clientes de fórmula fraudulenta".
Los casos también han sido variados por ejemplo en una empresa india de tecnología. Habían contratado a un nuevo programador que había completado con éxito las entrevistas realizadas mediante videoconferencia. Cuando comenzó a trabajar, se negó a aparecer en nuevas videoconferencias. Las restricciones de la pandemia permitieron a los empleados teletrabajar, pero cuando los empleados pudieron volver a la oficina, se dieron cuenta del fraude: ese programador no había sido el que habían conocido (y seleccionado) durante las entrevistas.
Los procesos de selección también se han querido renovar con el uso de sistemas de inteligencia artificial. Un estudio de Harvard Business Review revela que hasta el 86% de los empleadores usan alguna tecnología de entrevistas, y una de las más extendidas es la entrevista de vídeo automatizada.
Esas entrevistas hacen que el candidato responda a preguntas automáticas que son grabadas y que deben ser contestadas en un tiempo limitado. Las respuestas se analizan en una plataforma de inteligencia artificial y se combinan con el análisis de sus gestos, su lenguaje o su forma de comportarse (sonríe, está serio, etc). En sus conclusiones los responsables destacaban cómo la inteligencia artificial "se ha glorificado" para estos procesos y estos procesos son mejorables en muchos sentidos.
Además de esos fraudes existen otros igualmente preocupantes. Se trata de las estafas que engañan a candidatos que buscan trabajo. Estos acaban ofreciendo un montón de datos personales que los estafadores usan para lograr suplantar su identidad y así, por ejemplo, robarles dinero.
Le ocurrió a un programador que recibió un correo de un supuesto "reclutador" que había visto su perfil profesional y tenía una oferta de la conocida desarrolladora de videojuegos Riot Games. Tras un proceso de entrevistas en correo electrónico y Discord, se envió la oferta económica.
Todo parecía legítimo: los papeles tenían el logo de Riot y el proceso ciertamente parecía razonable. Entonces ocurrió algo extraño: el empleador le pidió dinero ?que luego le reembolsarían? para un iPad Pro que tendría que utilizar en su trabajo. Poco tiempo después se daría cuenta de que todo había sido una estafa. No tenía trabajo en Riot Games, y alguien se había ido con su dinero.
La práctica está siendo frecuente, como explicaban en ProPublica: plataformas sociales como Facebook o LinkedIn sirven como medio para que los estafadores contacten con quienes dejan claro que están buscando trabajo. Se hacen pasar por responsables de recursos humanos o intermediarios de agencias de empleo, pero el objetivo es siempre el mismo. Robarles a los candidatos dinero o datos personales que luego poder usar en otros delitos.
Como siempre, hay consejos para tratar de detectar esas ofertas de trabajo fraudulentas: que el reclutador diga que te ha encontrado a través de tu CV online ?algo que ciertamente puede ocurrir? puede ser un primer síntoma si se muestra demasiado insistente a la hora de que facilites muchos datos personales.
También deben saltar las alarmas si el puesto se ofrece sin más, sin haberlo solicitado y sin entrevistas previas. Que la paga sea extremadamente alta, el horario demasiado flexible, la descripción del puesto sea vaga son también indicios importantes. Y si además se pide un pago para una primera entrevista o por aceptar el trabajo y quizás comprar algo de equipamiento para ese trabajo, es también probable que todo se trata de una estafa. Como sucede con otros fraudes, en este caso es importante pensarlo todo bien, tratar de comprobar que la oferta es legítima y no dejarse llevar por esos engaños.
Imagen | LinkedIn
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Fecha: 01-02-22
Categoría: Articulo
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