Te traemos una guía con todo lo que debes saber para empezar a dar los primeros pasos con GNU/Linux, el sistema operativo libre y su familia de distribuciones. Se trata de un artículo de introducción, en el que intentaremos explicarte de una manera sencilla sus conceptos básicos para que entiendas lo que es y lo que lo diferencia del resto de sistemas, así como los primeros pasos a dar antes de empezar con él.
Posiblemente en más de una ocasión has leído en los comentarios de Xataka muchas menciones a Linux y a cuán superior parece ser a otros sistemas operativos en temas como la privacidad. Sin embargo, si una persona sin muchos conocimientos intenta dar los primeros pasos en este mundo, es fácil sentirse intimidado por nuevas terminologías y todo su ecosistema de distribuciones.
La idea de este artículo es que sirva de introducción, por lo que los usuarios más experimentados posiblemente ya conozcáis todo lo que explicamos. En cualquier caso, como siempre decimos en Xataka Basics, os invitamos a que si pensáis que nos hemos dejado algún concepto importante o útil para los principiantes, dejéis vuestro aporte en la sección de comentarios, y que así todos los lectores puedan beneficiarse de los conocimientos de nuestros xatakeros.
Una de las características del mundo de GNU/Linux es que es muy modular, y que por lo tanto tienes que familiarizarte con diferentes "partes" que componen un sistema operativo. Porque Linux no es un sistema operativo completo sino un Kernel, y por lo tanto, primero tienes que entender qué significa esto.
El Kernel o Núcleo es una pieza fundamental en cualquier sistema operativo. Ya tengas Windows, macOS o GNU/Linux, todos ellos tienen su propio núcleo, que se encarga de que el software y el hardware de cualquier ordenador trabajen juntos.
El Kernel administra la memoria que utilizan los procesos y las aplicaciones que se ejecutan en tu ordenador. También se encarga de administrar y utilizar los drivers que tiene, de forma que las aplicaciones y programas puedan utilizar correctamente los componentes físicos del equipo como el procesador o la tarjeta gráfica.
Por lo tanto, podemos pensar en un Kernel como esa pieza de código central y fundamental, el controlador, el corazón y cerebro desde el que se administran todas las tareas que corren dentro de un sistema operativo.
El Kernel de por sí no puede funcionar como sistema operativo si no se le añaden herramientas y aplicaciones. Es aquí donde nacen las diferencias entre diferentes sistemas operativos basados en Linux. Por ejemplo, los sistemas de escritorio utilizan el proyecto GNU para completar un sistema operativo funcional, mientras que Google utiliza sus propios recursos y controladores partiendo de Linux para crear Android. El corazón y el cerebro son los mismos, pero todo lo demás cambia.
Linux nació en 1991, y es un Kernel libre y abierto creado por Linus Torvalds, a quien le debe su nombre. Empezó como un hobby, pero poco a poco ha ido ganando repercusión mundial. Este núcleo hoy es utilizado por distribuciones como Debian, Ubuntu, Arch Linux o Red Hat, y también te lo puedes encontrar en el interior de Android de tu móvil. Además, en la última lista Top500 con los 500 supercomputadores más potentes del mundo solo dos no hacían uso de un sistema que tuviese este núcleo.
La gran fortaleza de Linux es que, mientras Apple o Microsoft trabajan con Kernels cerrados y exclusivos en sus sistemas operativos, el de Linux es abierto y utiliza la Licencia Pública General de GNU (GPL). Esto quiere decir que cualquiera puede cogerlo y utilizarlo en sus propios sistemas operativos, que es precisamente lo que hacen empresas como Google.
Vamos, que tú no puedes coger el Kernel de Windows o macOS y hacer otro sistema operativo a partir de él, mientras que con Linux sí que lo puedes hacer. Que su código sea abierto significa que cualquiera pueda mirarlo y revisarlo, lo que también hace que se busquen errores y mejoras de forma cooperativa entre desarrolladores de todo el mundo, haciéndolo así también un poco más seguro.
Pero Linux es el kernel, y GNU/Linux es el sistema operativo, esta es la diferencia. Esto es así porque al Kernel de Linux se le añadieron programas y herramientas escritos por o para el proyecto GNU, desarrollado por Richard Stallman. GNU buscaba ser un sistema operativo libre completo, y Linux era un Kernel que necesitaba todo lo demás, por lo que la unión vino como anillo al dedo para las ambiciones de ambos.
Por lo tanto, podemos decir que GNU/Linux es el nombre de un sistema operativo que utiliza el Kernel Linux con componentes heredados de GNU. Por cierto, no hace falta trabarse la lengua porque GNU se pronuncia ñu, y GNU/Linux se lee "Ñu con Linux" según ha dicho más de una vez el propio Stallman.
Cuando hablamos de distribuciones o distros de Linux, nos referimos a las distribuciones de GNU/Linux. Este es un sistema operativo muy básico, por lo que diferentes grupos de desarrolladores lo adaptan añadiéndole la última capa de chapa y pintura. Vamos, que las distribuciones cogen un sistema operativo que es básicamente algo básico y basado en consola de comandos, y le añaden todo lo necesario para poder usarlo con teclado y ratón.
Evidentemente, esto es una simplificación, pero en rasgos generales es lo que es. Existen diferentes mentalidades y puntos de vista en una comunidad tan grande e independiente como la de Linux, y por eso, cada distribución suele tener un enfoque diferente, y una manera distinta de hacer las cosas.
Algunas distribuciones como Arch son básicas, empiezas también con la consola de comandos y tú le vas instalando manualmente cada contenido. Mientras, hay otras distribuciones pensadas para los usuarios menos experimentados, y buscan la mayor sencillez posible y una experiencia parecida a la que tienes en Windows y macOS: encender, configuración inicial y ya está.
Además de esto, también debes saber que existen distribuciones basadas en otras distribuciones. Por ejemplo, el mencionado Arch es muy básico, y hay algunas distribuciones que cogen su código con su lenguaje y sus distintos componentes y lo convierten en una distribución que ya tiene un entorno de escritorio y varias aplicaciones preinstalados.
Como hemos dicho antes, en el mundo de GNU/Linux tenemos distribuciones y distribuciones creadas a partir de otras distribuciones, por lo que todo puede ser un poco caótico. Aquí, debes tener en cuenta que las distribuciones primarias son las que marcan las diferencias, esas a partir de las que luego se crean otras.
Por mencionar dos, por ejemplo tienes Arch Linux y Debian, dos distribuciones distintas. Ambas están basadas en GNU/Linux, pero sobre este sistema operativo han creado otro diferente con un código distinto, de manera que incluso la manera en la que se empaquetan los programas son diferentes para una y otra, teniendo extensiones diferentes. Reconocerás las aplicaciones de Debian porque terminan con .deb.
Y a partir de estas distribuciones primarias luego se crean otras. Estas otras pueden poner un poco de código propio por encima, pero por debajo siguen teniendo la misma base que la distribución principal. Por lo tanto, estéticamente cambian y pueden tener opciones y funciones distintas, pero el código está escrito de la misma manera. Distros como Ubuntu también utilizan los paquetes .deb en sus aplicaciones.
Estas "familias de distribuciones" también tienen otras cosas en común, como la base de aplicaciones compatibles, e incluso la tienda de aplicaciones que utilizan. Sé que esto lo hace todo más confuso, pero como usuario, te permite afinar un poco más lo que necesitas. Puedes decir que quieres una distro "que sea como esta pero que cambie esto otro".
Además de lo que hay debajo del capó, cada distribución puede tener distintos entornos de escritorio, que es la parte que tú ves. Los entornos de escritorio son la interfaz del sistema operativo, esa con la que tú interactúas cuando lo estás utilizando. Hay distros que vienen con un único entorno de escritorio o tienen uno propio, mientras que otras ofrecen versiones con varios de ellos.
Para que te hagas una idea, un entorno de escritorio puede hacer que la distribución tenga una estética como la de Windows, con el mismo menú de inicio, mientras que otro puede ser como macOS. No solo el menú de inicio, sino otros menús, opciones y en definitiva cualquier aspecto que condicione cómo interactúas con el sistema operativo pueden ser controladas o dependientes del entorno de escritorio.
Como último apunte, debes saber que diferentes distribuciones pueden tener un mismo entorno de escritorio. Cuando esto pasa, lo que tú ves del sistema operativo puede ser igual, pero lo que hay por debajo, parte del código, puede ser diferente incluso si ambos han partido de GNU/Linux.
Al final, es como las ramas de un árbol. El tronco es GNU/Linux, y luego hay diferentes ramas que alzan en direcciones distintas para conseguir cada una su propia finalidad. Y a veces de esas ramas salen otras más pequeñas, que son distribuciones basadas en otras.
Vale, Yúbal, muy bonito todo. ¿Pero por dónde diablos empiezo y con qué distribución doy los primeros pasos? Tienes a tu disposición muchas distribuciones de GNU/Linux, y el mundo linuxero es tan apasionado que si yo te recomendase una muchos dirían que hay otras mucho mejores. Y es verdad, porque habiendo tantas, hay unas que se adaptarán mejor a ti y a tus necesidades que otras.
Mi consejo personal sería que, para empezar, eligieras Debian o alguna distribución derivada de ella. Debian es una de las más importantes distros de Linux, y hay muchas y muy importantes distribuciones basadas en ella y usando su sistema de paquetes .deb para las aplicaciones, lo que la convierte en una candidata perfecta.
Si buscas una experiencia menos preocupada en parecerse a otras pero más potente, una de las recomendaciones sería Ubuntu, que lleva años siendo una de las distros más recomendables para empezar. Está basada en Debian, tiene un aspecto con mucha personalidad y es muy moderna, y podemos decir que es con bastante diferencia una de las más populares.
Si vienes de Windows, otra de las opciones clásicas sería Linux Mint, que está basada en Ubuntu tiene versiones con tres entornos de escritorio diferentes, y todas ellas tienen el clásico menú de inicio al estilo de Windows. Es una distribución pensada para usuarios noveles, por lo que tendrás todo muy simplificado para ti.
Y si vienes de macOS o buscas un poco más de estética, una de las mejores alternativas es elementary OS, basada también en Ubuntu. Estéticamente esta distro es una maravilla, tiene la robustez interna de las distros en las que está basada y un buen elenco de aplicaciones propias y de terceros con las que encender y listo.
Estas tres distribuciones que te he recomendado son las más populares de entre las que están enfocadas a usuarios noveles. Esto quiere decir que lo vas a tener todo preparado tras instalarlas, tendrás las aplicaciones preinstaladas esenciales para poder empezar a funcionar y no echarás de menos demasiadas cosas.
Sin embargo, tampoco tienes que conformarte con estas porque son solo un punto de partida. Lo mejor es que pruebes distribuciones, aprendas lo que te gusta y disgusta de ellas, y explores si tienes alternativas mejores. Si quieres mayor control, hay distribuciones modulares como Arch o las basadas en ellas que te vendrán un poco mejor, y si tienes un ordenador de más de 10 o 15 años también hay otras alternativas más ligeras.
Una última cosa que debes saber sobre las distribuciones de Linux es que hay diferentes filosofías a la hora de actualizarse. Hay algunas distros que están basadas en versiones, como Windows o macOS, y con cada nueva versión llegan nuevas características. Esto te da un poco más de emoción a la hora de recibir novedades.
En este aspecto también puede haber dos ritmos diferentes. Muchas distribuciones tienen a su vez diferentes tipos de versiones. Tienes las versiones normales, una nueva versión de la distro con sus correspondientes novedades, y las LTS, que significa Long-term support o de soporte a largo plazo.
Lo normal es que cada pocas versiones normales se lance una de soporte a largo plazo. La idea es la siguiente: los lanzamientos normales son mantenidos hasta que llega la próxima versión, entonces todo el mundo actualiza y los desarrolladores se desentienden de la anterior. Mientras, las de soporte a largo plazo son mantenidas hasta que llega otra LTS, y la frecuencia puede ser de un par de años.
La idea detrás de este concepto es que los ordenadores del ámbito profesional o que necesitan más estabilidad no tengan que estar actualizando cada dos por tres. Así, si quieres estabilidad puedes instalar una LTS. Es verdad que no estarás recibiendo novedades cada dos por tres ni nuevas características, pero se mantendrá siempre actualizada internamente solucionando bugs, errores o vulnerabilidades.
Y luego están las rolling releases o de lanzamientos continuos. Estas distros no están basadas en nuevas versiones que traigan las nuevas versiones de sus distintos componentes, sino que simplemente se van actualizando según estas nuevas versiones de características son lanzadas o según se implementan nuevas funciones.
Si no tienes interés en las versiones, este tipo de distribuciones muy comunes en Arch Linux y sus derivadas pueden ser interesantes para ti. Quizá su punto débil es que habrá actualizaciones más continuas que cambien cosas, pero lo bueno es que tu distribución siempre estará actualizada.
Otro factor que debes tener en cuenta al elegir distribución es si puede funcionar con la protección de arranque Secure Boot de Windows. Es una protección que se asegura de que no se ejecuten aplicaciones extrañas antes de arrancar Windows, y que puede bloquear el inicio de algunas distros linux.
Algunas distribuciones importantes como Ubuntu ya están adaptadas para funcionar con esta protección, de forma que si quieres empezar por ellas no deberías tener problemas. Sin embargo, puede que tengas problemas para arrancar algunas distros si las instalas junto a Windows, y esto puede ser debido a este elemento. Por lo tanto, mejor informarte si esta distro está adaptada o no para el Secure Boot.
En el caso de que quieras utilizar una distribución que no viene preparada para Secure Boot, en este artículo te explicamos cómo desactivarlo desde el UEFI. Eso sí, ten en cuenta que la decisión de permitir desactivar el modo depende de los fabricantes, por lo que es posible que haya casos y ordenadores en los que directamente no puedas hacerlo.
Para instalar una distribución GNU/Linux vas a necesitar crear un USB de arranque, o USB "bootheable", que son esos que te permiten arrancar tu PC desde el propio USB en vez de desde el sistema operativo que tienes instalado. Para ello, el primer paso es bajarte el archivo ISO que montarás después en el USB. Esto lo harás entrando en la página de descargas de la distribución, como la de Ubuntu, y descargando el archivo ISO allí.
Ahora tendrás que descargar la aplicación con la que crear el USB de arranque. Tienes muchas entre las que puedes elegir, aunque nosotros hemos optado por Rufus por llevar tiempo siendo la gran referencia en este campo. Por ello, ve a la web oficial de Rufus, y en la sección Descargas pulsa sobre la última versión que haya para descargarla.
Rufus es muy fácil de usar. Solo tienes que elegir en Device o Dispositivo qué USB utilizarás. Y luego en la elección de arranque podrás elegir la ISO con la que quieres arrancar, que será la de la distro que hayas descargado. En el proceso de crear el USB de arranque perderás todos los datos que hubiera en él.
También es posible que necesites hacerle un hueco a Linux en el disco duro de tu ordenador en el caso de que quieras instalarlo junto a Windows, aunque también tendrás la oportunidad de que se borre Windows en el proceso y se quede el PC solo con la distro elegida.
Para esto tendrás que utilizar la aplicación de Administración de discos de tu ordenador. En ella, elige el disco duro donde lo vayas a instalar, haz click derecho en su letra y elige la opción de Reducir volumen. Con esta opción, podrás reducir la partición de ese disco duro y dejar espacio libre para crear otras en las que alojar tu distro Linux.
El proceso es sencillo porque por lo general en el disco tendrás una única partición, y si hay varias, haz hueco en la que sea más grande eligiendo la partición en vez del disco duro. La cuestión es que al final te tiene que quedar una partición no asignada, que es espacio libre que tienes en el disco duro sin ningún tipo de formato. Es espacio libre para que puedas instalar Linux dentro.
Cuando quieras empezar a utilizar Linux, solo tendrás que encender el ordenador teniendo introducido el USB con tu distro, pulsando en cuanto lo enciendas la tecla que ejecute el selector de unidad para el arranque. Esta puede ser F12 o cualquier otra tecla de función. Luego, en este menú que te aparece debes elegir el USB para arrancar el PC utilizándolo.
Y aquí viene lo importante, casi todas las distribuciones te van a permitir probar la distro directamente desde el USB para que puedas tener una toma de contacto y ver si te gusta o no. En el caso de que te guste, en el escritorio del sistema operativos tendrás un acceso directo a la instalación, por lo que no necesitarás arrancar de nuevo.
Y ya podrás empezar a instalar Linux en el caso de que te decidas. La manera de hacerlo dependerá de cada distribución, igual que la configuración inicial. Sin embargo, en todos los casos deberás usar el espacio libre que dejaste en el disco duro y particionarlo para alojar en él tanto la partición de arranque como las otras, o dejar que el proceso lo haga por ti. En este artículo te explicamos paso a paso todo el proceso de instalar Linux junto a Windows.
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Fecha: 04-09-22
Categoría: Articulo
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