El Museo de Historia de la Computación de Cáceres es un lugar extremadamente interesante para todos los tecnófilos que tengan la oportunidad de pasar por Cáceres. A simple vista se trata de un local con una fachada pequeña a las puertas de la zona monumental. Pero no os confundáis: la visita da para varias horas de ver ordenadores, curiosear con ellos y charlar con Carlos. Casi todos los ordenadores están en perfecto estado de revista y tenemos tres salas llenas a rebosar de ordenadores, software y publicaciones.
Sí que hay una imagen en la fachada que nos llama la atención: esa representación de Wozniak y Jobs caracterizados de Quijote y Sancho, y debajo de un árbol con la manzana multicolor, que evoca inequívocamente al primer logo de Apple. Tampoco debe llevaros a equívoco: aunque el museo comenzó su andadura hace unos años como Museo Apple, en la actualidad ha evolucionado, dando cabida a ordenadores de muchos más fabricantes y que ejecutan software de lo más variopinto. Además, la colección abarca desde ordenadores que se vendían en kit hasta el iPhone, con todo lo que hay por de por medio.
El museo nació especializado en equipos de Apple con una primera colección. Ésta es la tercera más grande de Europa y es propiedad del fundador del museo, Carlos Izquierdo, a quien ya entrevistaron nuestros compañeros de Applesfera hace un par de años. Antes de fundar el Museo de Historia de la Computación se dedicó a la programación y al diseño. Una obra que me parece especialmente notable es haber elaborado en 1997 un CD interactivo con fotografías de Cáceres en 360º, y que hoy podéis ver en la propia Web del museo, si bien necesitaréis tener instalada una versión antigua de QuickTime para ello.
Me habría encantado poder analizar con detalle y desgranar cada una de las máquinas que tiene el museo, y encenderlas y jugar con ellas, pero realmente son más de trescientos ordenadores los que están expuestos allí y ya solo elegir una serie de ejemplares representativos de cada época resulta complicado. Creedme si os digo que hay muchísimo material expuesto, y Carlos cuenta con mucho más en su almacén, que todavía no ha tenido la oportunidad de exponer.
Me siento realmente tentado de enumerar máquinas de Apple, teniendo en cuenta que nada más entrar en el museo me encuentro una simpática serie de ejemplares de iMac, cada uno de un color. Soy hijo de mi época y muchas de las máquinas ni las conocía ni había oido hablar de ellas; por ello me parece especialmente valioso e interesante poder verlas en persona y que alguien me cuente qué tenían de característico.
Querría empezar en todo caso por el Altair 8800, que fue el ordenador que inició la revolución de la microinformática, que se vendía en kit y que fue el primer ordenador donde se ejecutó el lenguaje de programación BASIC de Microsoft (en aquel entonces Micro-Soft). También fue el primer ordenador en contar con el exitoso bus S-100.
Debajo de este ordenador encontramos otro: el célebre IMSAI 8080, el primer clónico de la historia y que utiliza el mismo bus que el Altair 8800, y que además tuvo la suerte de ser protagonista no humano de la película de 1983 Juegos de Guerra. Incluso podemos ver un módem de acoplamiento acústico como el que utiliza David para, bueno, jugar. Este módem era ya antiguo para la época de la película, pero no podemos negar que realmente queda bien en la pantalla.
Al lado de esas máquinas vemos otra que me parece francamente bonita. Se trata de un Sol-20, un ordenador que destaca por sus materiales (la madera de los laterales es madera de verdad) y por utilizar también el bus S-100 para expandir sus capacidades, contando con cinco ranuras para ello. Fue la primera máquina en venderse como un ordenador para el hogar, con el teclado incorporado, completamente ensamblada y lista para conectar a un televisor.
No podía faltar la tríada, o la trinidad, como bautizó la revista Byte a tres de las máquinas que quizá más marcaron la historia de la informática. Lanzadas en 1977, me refiero al Commodore PET, el Radio-Shack TRS-80 y del Apple II. Las tres máquinas están en el museo, y podemos incluso ver en funcionamiento la de Apple, ejecutando VisiCalc, la primera killer app y la que introdujo el ordenador en tantas y tantas oficinas que antes nunca se habían planteado utilizar uno. Revista Byte, por cierto, también presente en el museo.
En el caso del Apple II podemos, además, ver distintos tipos: Apple II, IIe, IIe Platinum, IIc, e IIGS; este último, de hecho, en su edición limitada con la firma de Wozniak en la carcasa. También están presentes periféricos como monitores o impresoras, así como otros equipos como el Apple III.
No deja de llamar la atención que estas máquinas den la sensación de funcionar mucho más fluidas que las que funcionan hoy, si bien hay que reconocer que las máquinas de hace 30 años hacían en cada momento, en general, menos cosas que cualquiera de nuestros móviles. Por cierto, ¿sabíais que los primeros Macintosh estaban firmados, literalmente, en el interior de la carcasa? Yo no hasta que me lo enseñó Carlos.
Otra de las colecciones que me parecieron más llamativas es la de ordenadores dedicados al desarrollo y al aprendizaje. No es exactamente lo que esperaríamos en 2019: se trata de ordenadores que programabas en hexadecimal y en las que, cuando terminabas el programa, pinchabas el chip para grabarlo en su memoria PROM y así poder ejecutarlo. También están presentes máquinas educativas excelentemente diseñadas como este ordenador de HP, pensado exclusivamente para el aprendizaje del funcionamiento de un microprocesador. Son ordenadores que sin duda no vemos a diario.
Muchas de las piezas que están expuestas en este museo no son en absoluto sencillas de avistar en España. Abundan los teclados AZERTY y QWERTZ, y abundan los teclados QWERTY sin Ñ. Hay estaciones de trabajo de Silicon Graphics, ordenadores Sun, equipos de marca Casio, Alice, Radiola y Olivetti, un BBC Micro, un HP 150 (el primer ordenador con pantalla táctil de la historia) y uno de los equipos que me parecen más fascinantes por su historia: un Dragon 64.
Tanto el Dragon 64 como su hermano pequeño, el Dragon 32, son equipos muy similares al TRS-80 (si bien no del todo compatibles), y empezaron a producirse en Europa en la fábrica de Dragon Data de Port Talbot, en Gales. Y pese a no ser la más avanzada de la época empezó vendiéndose bien, pero se vio pronto superada por otros microordenadores como el BBC Micro o el Sinclair ZX Spectrum.
Dragon Data quebró, Radio Shack estuvo en negociaciones para adquirirla y, casi por arte de birlibirloque, el trato se cerró con la empresa Eurohard S.A., que trasladó la sede de Dragon Data a Madrid? y la fábrica a Casar de Cáceres, en Extremadura, a muy pocos kilómetros de donde encontramos este museo.
Durante un tiempo sí que tuvieron algo más de tracción y ganaron una serie de contratos bastante jugosos, como uno de la Consejería de Cultura extremeña para el suministro de equipos informáticos a colegios, pero se siguieron quedando atrás, y justo cuando iban a lanzar su Dragon MSX entraron en suspensión de pagos.
Al final la fábrica cerró en 1987 y no volvimos a ver ordenadores con una etiqueta que dijera Made in Spain. Hay quien dice que muchos de estos ordenadores acabaron en un vertedero en Alcuéscar, hay quien dice que se entregaron como finiquito.
Volviendo al tema que nos ocupa, tampoco puedo dejar de mencionar la progresión en computación portátil que podemos apreciar desde sus inicios hasta la actualidad. Desde ordenadores que pesaban más de 20 kilos y ocupaban bastante más que, por ejemplo, una máquina de coser, hasta el propio iPad o el iPhone, pasando por todos los estados intermedios.
Por ejemplo, el Osborne 1, que ejecutaba CP/M y fue el primer ordenador portátil producido en masa, o el Commodore SX-64, que fue el primer portátil en integrar una pantalla a color, y otros un tanto más llamativos, como un ordenador de mano de Sharp que integraba lector de cintas de casette e impresora térmica.
También encontramos, viendo esta progresión, una enorme imaginación y, en algunos casos, un muy buen gusto por parte de los diseñadores de estos productos, como en el caso del portátil firmado por Colani. No puede faltar una buena colección de equipos de Apple, desde iBook hasta varios Newton, y desde luego muchos iPod, iPad y iPhone.
De hecho, si hay algo que podamos apreciar a lo largo de toda la visita, es que en general los diseños de hace muchos años eran mucho más imaginativos y diferentes entre sí que los diseños que hoy. No sé si os pasará lo mismo, pero me da la sensación de que hoy los dispositivos sorprenden mucho menos; vi mucha más imaginación en los dispositivos de este museo que en la mayoría de nuestros móviles. Y no solo hablamos de diseños imaginativos o novedosos, sino de diseños extremadamente cuidados.
Os pongo algunos ejemplos de diseños que merecerían ser mirados con detenimiento: el teclado retirable del Commodore CBM-II, los ya conocidos iMac G4 y Power Mac G4 Cube, o la llamativa máquina que se encuentra a la entrada, un Multiputer con el que los niños podrían entrenar cálculo mental.
Es admirable que este museo, creado como un proyecto de emprendimiento y como iniciativa puramente privada, haya nacido y se mantenga en funcionamiento únicamente gracias al esfuerzo de Carlos, al dinero de las entradas y a las donaciones de las personas e instituciones que aportaron equipos. De hecho el empeño de Carlos por conseguir, reparar y exponer ordenadores es encomiable. Hace poco, de hecho, hicieron una serie de viajes en furgoneta para recoger unos cuantos ordenadores que les habían donado? en Italia. Imaginad la cantidad de kilómetros que se ha hecho simplemente para conseguir más material para exponer en este museo.
Una de las principales aspiraciones de Carlos es, de hecho, poder contar con un local más grande para poder exponer todas las máquinas que forman parte de su colección. Por ejemplo, cuenta con un mainframe que nos puede enseñar únicamente en fotografía, porque en el local que tiene alquilado, como podemos imaginar, no cabe. Ahora mismo Carlos expone en el museo más de 300 ordenadores de 80 marcas diferentes, y cuenta con 150 más en el almacén que no puede mostrar.
El esfuerzo en mantener las máquinas además se ve recompensado también: hace poco algunas de las máquinas de su colección formaron parte del decorado de la película "Bajo el mismo techo", protagonizada por Jordi Sánchez, Silvia Abril, Daniel Guzmán, Malena Alterio, Álvaro Cervantes y Ana Morgade. Al final rompen un ordenador; por suerte no fue ninguno de la colección de Carlos, sino un Minitel (que también podría haber estado expuesto en este museo, dicho sea de paso).
Si pasáis por Cáceres, lo cual siempre es recomendable y recordando siempre que esta ciudad es Patrimonio de la Humanidad desde 1986, no olvidéis pasar por la Plaza de San Juan y visitar este museo. Sin duda os sorprenderá y estoy seguro de que lo vais a disfrutar. Y si tenéis algún ordenador antiguo y lo vais a tirar, no lo hagáis; contactad antes con Carlos.
Web | Museo de Historia de la Computación
.
Fecha: 20-08-19
Categoría: Informática
Leer Más
Todas las noticias